Qué hacer con la economía argentina el 10 de diciembre de 2023
Qué hacer con la economía argentina
el 10 de diciembre de 2023
por Eduardo Conesa
Introducción
La terrible crisis económica que enfrenta nuestro país
a fines de 2023 ofrece una oportunidad para cambiar instituciones, así como
viejas políticas erróneas que nos han provocado una decadencia de más de 70
años, única en los tiempos modernos de nuestro planeta ¿Cuáles son esas nuevas
políticas para restablecer nuestro crecimiento espectacular desde 1880 hasta
1943? Como medida de fondo y de muy
largo plazo, lo principal es establecer la meritocracia en la administración
pública. Sin esta reforma fundamental, la Argentina, víctima del clientelismo
político, esencia profunda de la corrupción actual, no tiene destino: a la
larga desaparece del mapa.
También es necesario que abandonemos la nefasta y
falsa idea de que para mantener altos los salarios reales de la clase
trabajadora es necesario tener el tipo de cambio bajo. Esta teoría nefasta ha
sido sostenida “técnicamente” por los economistas Gerchunoff y Rapetti[1]
en un artículo publicado en la revista del Fondo de Cultura económica de Méjico
según mencionáramos antes en este libro y es aceptada, equivocada y
lamentablemente por una gran mayoría de los economistas argentinos, tanto del
gobierno como de la oposición.
En efecto,
ocurre que con el tipo de cambio bajo no exportamos lo suficiente y entonces
enfrentamos una crónica escasez de divisas que nos impide invertir y crecer: lo
que en la jerga de los economistas se denomina la “foreign exchange
constraint for development”.
A su vez la escasez de divisas inducida
por la falta de suficientes exportaciones induce a nuestros gobiernos de los
últimos 50 años a incurrir en un gran endeudamiento externo para superar esa
escasez de dólares. Pero la oferta de divisas proveniente del endeudamiento
externo, a su vez permite mantener el tipo de cambio real bajo y ello
desalienta las exportaciones y alienta la fuga de capitales, pues la gente
compra lo que era barato: el dólar. Y esa fuga alcanza a un acumulativo a
través de los años de 400 mil millones de dólares. Se ha estimado por el economista Orlando
Ferreres y asociados, que, si los 400 mil millones de dólares argentinos
fugados en los últimos 50 años se hubieran invertido en nuestro país, hubiéramos
crecido y tendríamos hoy un nivel de vida similar al del Canadá. Casualmente
las cifras de la deuda externa pública y privada coinciden bastante con las de
fuga de capitales: 400 mil millones de dólares y esto no es pura casualidad: es
en realidad verdadera “causalidad”
Pero existe un cuarto efecto adicional del tipo de
cambio real bajo, aparte de la falta de crecimiento económico, de la fuga de
capitales y del endeudamiento externo: es la acumulación de un desempleo del
40% de la fuerza de trabajo que cobra, “planes” y no trabaja y/o engrosa
innecesariamente el plantel de empleados públicos clientelares
Las estadísticas de las cuentas nacionales confirman
que en los últimos 50 años el país no ha experimentado ningún desarrollo
económico y que el tipo de cambio real fue por lo general bajo, aunque a veces
haya experimentado algunos “spikes”. En resumen, el tipo de cambio bajo
por 50 años tuvo cuatro efectos: primero una falta de crecimiento de las
exportaciones, segundo una deuda externa de más o menos de 400 mil millones de
dólares, tercero una fuga de capitales equivalente de otros 400 mil millones de
dólares, y cuarto, por otra parte, un enorme desempleo encubierto de la fuerza
de trabajo desempleada del orden del 40%.
Las cifras oficiales del desempleo lo ponen en un 8%,
lo cual es falso, porque esta cifra computa solamente a las personas que buscan
trabajo y la gran mayoría no lo hace porque está desalentada y además, cobra
“planes” y por eso mismo es que no busca empleo y está dentro de ese 40%
El efecto del tipo de cambio bajo en la falta de
crecimiento de las exportaciones, en el endeudamiento externo y en la fuga de
capitales es muy obvio y fácil de entender, pero no así el gran desempleo que
requiere una explicación adicional.
Las elasticidades “precio” e “ingreso” de la curva de
demanda de trabajo
El salario real depende de la oferta y la demanda de
trabajo y no del tipo de cambio real. La teoría del tipo de cabio real bajo
como determinante del salario real alto, la sostienen la mayoría de los
economistas argentinos, peronistas y no peronistas, ambos equivocadamente
siguiendo a Gerchunoff y Rapetti. Veamos por qué. La demanda de trabajo en
todos los países tiene una elasticidad precio muy baja del orden de -0,20. Pero
además en la Argentina, los empresarios calculan los costos salariales en dólares:
si el dólar se devalúa en términos reales en un 100% ello significa que la
demanda de trabajo aumentará en un 20% y si el dólar se revalúa a la mitad la
demanda de trabajo caerá en un 20%. El
dólar bajo reduce pues la demanda de trabajo y el dólar alto la aumenta.
Pero además la demanda de trabajo tiene una
“elasticidad ingreso” del orden de 1, si el tipo de cambio es elevado. Quiere
decir que, si el tipo de cambio es muy alto para el largo plazo, ello generará
un fuerte crecimiento de las exportaciones, y éste tendrá un efecto
multiplicador sobre el PBI que podrá crecer, digamos, al 6% anual y como la
elasticidad ingreso de la demanda de trabajo es de 1, resulta que la demanda de trabajo también crecerá al
6% anual, pari passu con el crecimiento del PBI.
En consecuencia, es claro que las elasticidades de la
oferta y la demanda de trabajo implican que el bajo crecimiento de las
exportaciones, consecuencia de la sobrevaluación cambiaria crónica generará a
su vez un bajo crecimiento del PBI, el que a su turno inducirá un alto
crecimiento en el desempleo, dado el crecimiento vegetativo de la población y
de la oferta de trabajo. Por eso después de 50 años de estancamiento, la
Argentina ostenta un desempleo que en verdad llega a un 40%, aunque esté
encubierto por los “planes trabajar” y otros subsidios
El enigma del 19 de noviembre de 2023
El día 22 de octubre de 2023 hubo elecciones
presidenciales en la Argentina. El ganador fue el abogado Sergio Massa con el
37% de los votos. Lo siguió en el segundo lugar el economista Javier Milei con
el 30%. El tercer puesto fue alcanzado por Patricia Bullrich con el 24% de los
votos. El cuarto lugar fue para el ex gobernador de Córdoba Juan Schiaretti con
el 7%, y el quinto puesto fue para el frente de izquierda, encabezado por
Myriam Bregman, apenas con el 3% de los sufragios.
Dados los resultados registrados, de acuerdo con la
Constitución menemista de 1994 se requiere un “ballotage” entre el primero,
Sergio Massa y el segundo, Javier Milei.
Patricia Bullrich, Juan Schiaretti y Myriam Bregman quedaron fuera de la
competencia.
El ganador provisorio de la elección del 22 de
octubre, el abogado Sergio Massa, tiene fama de ser un individuo muy
inteligente. Además, es famoso por sus piruetas políticas: de ser jefe de
gabinete del presidente Néstor Kirchner en 2008 pasó a ser luego un feroz
opositor y enemigo de Cristina Kirchner hasta el 2019. En este último año,
terminó aliado de Cristina y en tal carácter alcanzó la Presidencia de la
Cámara de diputados de la Nación. En
2022 y 2023 Massa pasó a desempeñarse como ministro de Economía de la Nación
con el auspicio de la vicepresidenta. Su
gestión como ministro de economía fue rayana en el desastre, pues acentuó la
sobrevaluación cambiaria ya tradicional y la agravó y la tornó más confusa con
diez tipos de cambio distintos que llevan necesariamente anexo un sistema de
corrupción anti-científico de los tipos de cambios múltiples horrible, y
vinculado a ello, trató de frenar la inflación con la fuerte sobrevaluación
cambiaria, tradicional en nuestro país. Sin embargo, a pesar de la sobrevaluación
cambiaria feroz, la inflación prácticamente se duplicó entre 2022 y 2023
alcanzando niveles de 150% anual, todo acompañado de un déficit gigante y un
banco central con reservas internacionales negativas. A pesar de este desempeño
harto cuestionable, Massa, un político sumamente hábil, ganó la elección
presidencial preliminar del 22 de octubre de 2023 porque el público considera
que tal vez actúa con las manos atadas por la vicepresidenta Cristina Kirchner,
pero que, si Massa fuera ungido presidente con el respaldo de voto popular
propio, bien pudiera ocurrir que se liberara de esas ataduras kirchneristas y
su gestión fuera excelente ya que podría repetirse, por ejemplo, una gestión
similar a la de su amigo Roberto Lavagna en 2002-2006. Por lo pronto, Massa
como candidato, anuncia que buscará la unión nacional, superará la grieta y
ofrecerá cargos ministeriales a la oposición.
El contrincante de Sergio Massa en el ballotage será
el economista Javier Milei quien, con toda razón, critica ácidamente a la
“casta política” por el exceso de gasto público, por la corrupción y por la
inflación. Y tiene la más absoluta razón: el reclutamiento de la clase política
argentina, tanto en los cargos mas altos como en los menores se funda en el
amiguismo de la mera militancia política o el parentesco y ello ha creado un
Estado obeso, super-corrupto e inservible que nos ha sumido en una decadencia
que ya lleva más de 50 años. Desde 1900
hasta 1943 estábamos entre 5 o 6 los países de mayor ingreso per cápita del
mundo, pero, lamentablemente, en la actualidad, estamos entre los más pobres,
decadentes y con mayor inflación de todo el planeta. Pero el candidato Milei olvida decir que el
mal no radica tanto en el sistema democrático en sí, sino en el sistema de
nombramientos de personal del Estado que en lugar de hacerse por exámenes e
idoneidad como manda el articulo 16 de la Constitución Nacional, se hace por
clientelismo y amiguismo lo cual ha creado un en el Estado terriblemente
ineficiente y corrupto donde el gobierno finalmente y a la postre no resulta
democrático, sino kakistocratico: el gobierno de los peores[2].
Por otra parte, la dolarización que propone Javier
Milei es contraria a las enseñanzas de la economía internacional moderna,
particularmente las enseñanzas de 1960 del economista Premio Nobel canadiense
Robert Mundell, ya fallecido. Para dolarizar según este autor se requiere que
ciclo económico argentino coincida temporalmente con el estadounidense,
circunstancia que no ocurre. También requiere absoluta libertad de inmigración
y emigración de trabajadores Argentina y Estados Unidos, condición que tampoco
se verifica, ni remotamente. Por otra
parte, entre 2019 y 2023 la inflación en dólares en los Estados Unidos fue de
más del 20%, y continuará en el futuro a tasas mínimas de 2 o 3% anual, con lo
cual la economía argentina estaría sometida a una sobrevaluación cambiaria
creciente y permanente.
Además, la dolarización de la economía argentina es
inconstitucional. El articulo 75 de la Constitución Nacional establece que el
Congreso debe fijar el valor de la moneda en relación a las extranjeras, que
debe crear un Banco Nacional con facultad de emitir billetes y que debe
defender el valor de la moneda ¿Cómo podría la Republica Argentina defender el
valor del dólar, o emitir dólares si lo adoptara como moneda? ¿Como defender a los depositantes de las
corridas y crisis bancarias que se producen cuando no hay un prestamista de
última instancia? El Banco de la Reserva
Federal de los Estados Unidos y el Departamento del Tesoro han establecido
categóricamente que la Reserva federal no
va a actuar jamás como prestamista de última-instancia fuera del territorio de
los Estados Unidos. Además, hay fallos
de la justicia federal estadounidense denegando demandas de depositantes
filipinos en el Citibank de Manila respecto de la restitución de sus depósitos
en dólares en ese banco. Pero más importante y por encima de todo lo anterior,
el Banco Central no tiene los 40 mil millones de dólares para cambiar por los
pesos de los ciudadanos argentinos tenedores de ellos para materializar la
dolarización. Un economista vocero de la ex candidata presidencial Patricia Bullrich
lo puso en términos burlones: “me invitas a comer fideos con tuco y resulta
que no tenés ni fideos ni tuco”. Lo peor del caso es que, en intento de
obtener los dólares, el gobierno podría perder el tiempo negociando con los
prestamistas usureros buitres de Nueva York, de la peor calaña, negociaciones
que serían rechazadas finalmente por el Congreso.
La dolarización formal de la economía argentina no
solamente parece una quimera, sino que llega en momentos en que los Estados
Unidos ya ha perdido o probablemente vaya a perder su carácter de única
potencia económica global. Por lo pronto China con 1426 millones de habitantes
ya tiene un PBI mayor que USA, medido en paridad de poderes adquisitivos (PPP)
y la India pareciera que, por su alta tasa de crecimiento y su enorme población
de 1428 millones de habitantes lo va lograr en algunos años más.
Además, se ha constituido una organización
internacional, los BRICS, Brasil, Rusia, India, China y Sud-Africa cuyo
objetivo a largo plazo parece ser constituir un nuevo orden monetario
internacional para reemplazar al dólar como moneda mundial, siguiendo las ideas
de John Maynard Keynes de 1944 con su propuesta de la
“International-Credit-Union” (ICU) y su fallida propuesta de una nueva moneda
mundial, el “BANCOR”, en reemplazo del Patrón Oro.
Por todas estas razones y muchas otras ideas de Javier
Milei que chocan con la mayoría de los votantes argentinos, o chocan tal vez
con los intereses nacionales, si el candidato Javier Milei ganara el ballotage
alcanzando la Presidencia de la República Argentina, tendrá que llegar a un
acuerdo implícito o explícito con JXC, quizá por intermedio del ex presidente
Mauricio Macri en materias claves de gobierno y economía. Tal vez tenga que
ofrecer ministerios a esta fuerza política, limar asperezas con la UCR y
acordar un programa de gobierno común, ya que de hecho su mercado electoral es
el mismo.
A nuestro juicio, ese programa común de Milei-JXC
debería el ser el que se enuncia en los puntos siguientes, pues se trata de
programa auténticamente liberal-desarrollista que adopta una moneda de
inflación cero, mejor que el dólar estadounidense, que podríamos denominar DA
(dólar argentino), programa que incluso podría, adoptar incluso Sergio Massa,
si llegara a ganar las elecciones del 19 de noviembre de 2023 y quiere ser
verdaderamente el presidente de la “Unión Nacional” que supere las grietas que
dividen y atrasan a la Argentina. Talento y flexibilidad para ello pareciera
que no le falta.
Salir inmediatamente del cepo cambiario y de los tipos
de cambios múltiples
En lo inmediato, la estrategia de desarrollo debe
consistir, antes que nada, en salir del sistema corrupto y totalmente
anti-científico del “cepo cambiario”, antes llamado “control de cambios”: debe
haber un solo tipo de cambio real, alto, estable y competitivo promotor de las
exportaciones. Tener tipos de cambio múltiples es un error técnico mayúsculo,
garrafal, que demuestra una ignorancia supina desde el punto de vista de la
ciencia económica que solamente puede generar subdesarrollo y corrupción. La
solución científica requiere un tipo de cambio recontra alto, superávit fiscal
tasas de interés reales bajas y plan económico, coherente y tecnocrático. El capital financiero internacional y el de
los argentinos en el exterior en dólares vendrá al toque, instantáneamente,
dada la extraordinaria movilidad actual del capital financiero internacional,
si se dan esas tres condiciones de TCR altísimo y superávit fiscal y plan
económico, coherente y tecnocrático. El superávit se obtiene con retenciones a
las exportaciones primarias del orden del 20% desde el primer momento. El FMI
es tradicional y visceralmente contrario, por razones técnicas de la economía
política a los cepos o controles de cambio, y más todavía a los tipos de
cambios múltiples, así que prestaría inmediatamente todo su apoyo, lo cual
reforzaría la confianza
internacional y nacional en el futuro de nuestro país.
Si, por el contrario, como sostienen algunos
economistas, se dispusiera salir del cepo mediante un desdoblamiento cambiario,
yendo a un sistema de dos tipos de cambio, uno oficial y fijo, no muy alto de
unos 500 pesos por dólar, y otro libre y
fluctuante de acuerdo a las leyes de la oferta y la demanda pero también legal
que cotizaría entre 900 y 1000 pesos por dólar, el país se adentrara en un plan
económico de gradualismo con déficit fiscal decreciendo lentamente mediante
dolorosa reducción del gasto público y de impuestos , crecimiento mediocre y se
va a perder el impacto psicológico favorable y contundente proveniente del
anuncio inicial de un plan completo inspirado en un liberalismo económico
desarrollista científico, sano y sin la corrupción de dos tipos de cambio y
superávit fiscal instantáneo e inmediato . Si la salida del control de cambios
y cambios dobles, o peor múltiples no se hace en forma inmediata, se proyectará
un signo de mediocridad que frustrará la entrada masiva de capitales que se
provocaría con el anuncio inicial de un plan coherente publicado con bombos y
platillos, repetimos, desde su inicio con tipo de cambio altísimo, superávit
fiscal inmediato como el que acá proponemos y tasas de interés internas reales
bajas. Ello significa terminar con la riesgosa “la economía de casino”
existente en la Argentina actual, dar certezas a todos los sectores económicos
y del trabajo. Además, sentar de movida las bases para el desarrollo sobre la
base de las exportaciones, la inversión y los efectos multiplicadores de ambas
variables sobre la creación de empleo.
El ejemplo del tipo de cambio real de 2003-2005 pero
indexado
Para conseguir esos tres objetivos centrales e
interdependientes entre sí enunciados antes, la primera medida sería fijar un
tipo de cambio real de equilibrio de largo plazo a 900 pesos por dólar, según
el nivel de precios internos existentes a octubre de 2023. Este tipo de cambio debe ser aumentado
proporcionalmente según la inflación que se registre en noviembre y el 10 de
diciembre de 2023. Este tipo de cambio real debería por lo menos ser
equivalente al de 2003. Pero, además, ese tipo de cambio debiera estar indexado
con el IPC, como lo hiciera Brasil en sus decenios de oro de su fuerte
crecimiento económico, desde 1964 hasta 1985. Al achicarse el PBI en dólares
con el nuevo tipo de cambio, también se reduciría el déficit fiscal en
pesos, cuando se lo traduce a dólares, y lo que es más importante, se
reduciría el peso muerto del Estado ineficiente sobre la economía.
Científicamente se demuestra que por cada 1% de aumento en el tipo de cambio
real, la participación del Estado en el PBI se reduce un 0,5%. Esta es la
manera más super-rápida, instantánea y eficiente de achicar el peso negativo de
un Estado terriblemente ineficiente.
Sin embargo, reiteramos, que para que el tipo de
cambio real alto no genere una suba fuerte de precios que la anule, tiene que
estar acompañado de un superávit fiscal considerable. Los únicos tres períodos en los últimos 80
años que se dio esa relación virtuosa fueron durante el ministerio del Dr.
Adalberto Krieger Vasena en 1967-69, luego durante tres meses en 1985 después
de la aplicación del Plan Austral por parte del presidente Dr. Alfonsín y su
ministro Dr. Juan Sourrouille, y por último, durante la gestión del Dr. Roberto
Lavagna por tres años, a partir de abril de 2002. El tipo de cambio se pudo
mantener alto y el gasto público bajó fuertemente “en dólares” y no hubo
inflación, o muy poca inflación. En el
gráfico siguiente que cubre el período 1980-2017 puede observarse la
considerable baja del gasto público en dólares que matemáticamente genera el
tipo de cambio real alto. Los
economistas “liberales ingenuos” en nuestro país propician una fuertísima la
reducción del gasto público cesanteando dos millones de empleados públicos y
otros gastos asistenciales de un solo golpe, con un tipo de cambio bajo, lo
cual es políticamente inviable. No en vano, insistimos, la economía se llamaba
originalmente “Economía Política” y era una ciencia para ambos, para
políticos y para economistas, no para economistas teóricos solamente. El tipo
de cambio real alto determina un gasto público bajo en dólares, solamente si
excluimos del gasto público a los pagos del servicio de la deuda pública en dólares, tema
este último que se arregla de otra manera que veremos más adelante.
Explicación del grafico: gasto
público, en dólares, bajó abruptamente en el 2002 con la devaluación de ese
año que fue seguida de fuerte superávit fiscal permitiendo así el crecimiento
de la economía en 2002-2006. Durante 1982-89 el tipo de cambio alto tuvo por
causa las altísimas tasas de interés de USA, y no la política del Dr. Alfonsín.
Lamentablemente, su gobierno incurrió en enormes déficits fiscales que
nulificaron las ventajas del tipo de cambio alto, y determinaron
finalmente la hiperinflación de 1988-89. El gasto público, medido en dólares,
se mantuvo alto durante la Convertibilidad por culpa del tipo de cambio real
muy bajo de un peso igual a un dólar, no obstante, las privatizaciones, y luego
ese gasto público bajó abruptamente en el 2002 con la devaluación de ese año,
cuando fue seguida luego, además, con retenciones que determinaron un fuerte
superávit fiscal, permitiendo así un crecimiento económico desde mediados del
2002 al 2005. Después sobrevino el desastre con la suba del gasto público
ineficiente de los Kirchner en un 50% de 2007 en adelante, lo cual puso fin al
plan exitoso iniciado en abril del 2002.
Los impuestos al comercio exterior y el superávit
fiscal
Fijado que sea el tipo de cambio real a 900 pesos
tomando como fecha de referencia principios de noviembre de 2023, e indexado
diariamente, la segunda medida consistiría en cubrir el déficit fiscal con
derechos de exportación del 20% sobre bienes primarios, incluyendo los
combustibles y minerales, los que solamente se recaudan en dólares, y que
generarían varios miles de millones
de recaudación adicional. Los
fundamentos científicos de la economía política para este tipo de impuestos se
remontan a la economía clásica liberal de John Stuart Mill en 1834 y están
convalidados absoluta y unánimemente por la teoría económica científica más
avanzada actual. Los economistas argentinos que se pronuncian contra los
derechos de exportación moderados a las materias primas de demanda mundial
inelástica al precio, como contrapartida del tipo de cambio real re-contra
alto, evidentemente ignoran las conclusiones categóricas de la economía
internacional científica moderna.
La tercera medida fiscal inmediata sería establecer un
derecho de importación uniforme del 10%, que allegaría al Tesoro nacional otros
varios miles de millones de dólares
adicionales. Pero esta medida podría demorarse algo pues implicaría iniciar la
renegociación del cuestionado tratado de unión aduanera imperfecta del
Mercosur, y convertirlo en una zona de libre comercio. Uruguay ya ha expresado
sus deseos a favor de este cambio. Los
derechos de exportación e importación generarían un superávit primario considerable.
El argumento principal, reiteramos, consiste en que el tipo de cambio alto
acompañado de derechos de exportación e importación bajos, permite alcanzar ese
superávit fiscal importante, sin perjudicar a las exportaciones tradicionales
de materias primas, que de todas maneras gozarían de un tipo de cambio real
indexado con el índice de precios al consumidor de 720 pesos por
dólar, una vez descontado el importe las retenciones, tipo de cambio muy
superior comparativamente al vigente a octubre de 2023, de 360 pesos por dólar.
Este último tipo de cambio vigente a octubre de 2023, es totalmente
desalentador para el campo y para la exportación de materias primas, teniendo
en cuenta que todavía hay que descontarle la carga de las retenciones a las
exportaciones. Con nuestra propuesta,
por el contrario, ese tipo de cambio de 720 pesos por dólar, ya
descontadas las retenciones uniformes del 20% a los bienes primarios, sería muy
alentador y más todavía para los productos manufacturados y servicios que sería
de 900 pesos por dólar, además ambos indexados diariamente con
base partiendo desde octubre de 2023, es decir en términos reales y para el largo plazo.
Un punto importantísimo acerca de la política de tipo
de cambio real alto que debe resaltarse, es que el mismo beneficia a todo el
interior del país, a Córdoba, a Santa Fe, a Mendoza, a la Patagonia y el gran
norte argentino, por oposición a la zona de la CABA y sus partidos
circundantes. Y otro punto muy
importante consiste en que esta propuesta permite reducir el tamaño del Estado
Argentino en relación al PBI del 43% actual, al 30%, instantáneamente, sin el
despido masivo de 2 millones de empleados públicos ni tampoco terminar
abruptamente con los planes sociales. La transferencia de empleados de sector
público al privado y la terminación de algunos de los planes sociales vendrá
después, cuando los mismos empleados públicos y los planeros perciban que el
sector privado productivo empieza a pagar salarios reales mucho más elevados.
El sistema monetario de la UF
chileno de inflación cero: depósitos bancarios a plazo fijo a más de tres meses
indexados, TCR indexado y préstamos bancarios a más de tres meses también indexados
diariamente[3].
En lugar de la “dolarización” que es técnicamente y
políticamente inviable e inconveniente, proponemos la adopción de un sistema
monetario de inflación cero, que es un sistema monetario ya ensayado y probado
en Chile. Este sistema supone la
indexación diaria de todos los depósitos a plazo fijo a más de tres meses con
el IPC. También La indexación diaria del tipo de cambio de largo plazo con el
IPC todo lo cual traería una inflación inercial que sería combatida con el
superávit fiscal y la abundante generación de ahorro interno inducida por el
nuevo sistema monetario, como el chileno de la UF, que en la Argentina
originalmente propusimos denominar UCE, “unidad de cuenta estable” pero que,
para satisfacer al candidato presidencial Javier Milei, podría denominarse DA, Dólar
Argentino, o Divisa Argentina, y consiste, insistimos en la
indexación diaria de todos los depósitos a plazo fijo que se efectivicen en el
sistema bancario nacional a más de tres meses, en pesos. Y también de todas las obligaciones internas
dentro del país a más de tres meses
No proponemos nada nuevo ni original: se trata de
imitar el exitoso, probado y conocido “modelo monetario chileno” de la “Unidad
de Fomento”, UF, que fuera considerado por otro premio Nobel, esta vez
estadounidense y profesor de la Universidad de Yale, Robert Schiller, como el mejor sistema
monetario del mundo.
Algunos economistas en nuestro país propugnan un
liberalismo mal entendido, malsano, tipo “supply side economics[4]”,
y proponen, sin duda de buena fe, reformar el Código Civil para permitir que se
usen en la Argentina monedas extranjeras en los pagos en los contratos y
obligaciones internas. Esto sería un grave error pues ignora la famosa “Ley de
Gresham”, según la cual la mala moneda, el peso, desplaza en el uso a la buena,
el dólar, y crearía grandes riesgos, si los salarios se pagan en pesos, y, por
ejemplo, las obligaciones hipotecarias para comprar una casa se estipulan en
dólares. Recordemos las protestas de los
deudores hipotecarios en dólares que ganaban sus ingresos en pesos, durante el
caos monetario de 2001-2002 contra los bancos, después de la depreciación
cambiaria. Y recordemos también, el
pánico furioso del público cuando los bancos no podían restituir los [i]depósitos
en dólares de los depositantes, porque el Banco Central de la República
Argentina no podía emitir dólares para prestar a los bancos comerciales para
que estos restituyan a su vez los depósitos en dólares de los argentinos.
Las crisis monetarias gigantescas, como la del 2001 y
2002, se evitan si existe una sola moneda, el peso, indexando diariamente el
tipo de cambio, los depósitos a plazo fijo en pesos argentinos en nuestro
sistema bancario a más de tres meses y otorgándoles a los depositantes un
interés del 2% real en pesos indexados (DA). Los préstamos hipotecarios también
deberían estar en pesos indexados (DA), y los contratos salariales cada tres
meses también lo estarían, con lo cual se solucionarían las contradicciones y
el caos de la economía de “casino”.
Los proponentes de la “economía de casino” abundan como la peste en la Argentina porque
lucran con ella, o a veces por ignorancia de la auténtica ciencia de la
economía política: son los que proponen el tipo de cambio bajo con el pretexto
falso de que así el salario real es alto, como Gerchunoff y Rapetti, son los
que creen equivocadamente que la mera causa de la inflación es la devaluación,
los que se proponen la mala economía del
tipo del cambio “libremente” fluctuante y el endeudamiento externo, los que indirectamente provocan una fuga de capitales
que a la larga totalizó 400 mil millones de dólares perdidos por la economía
argentina, los proponen pagarles a los las aves de rapiña como los fondos
buitres del estilo de los Eskenazi y Paul Singer, so color de la “seguridad
jurídica”, son los que propusieron la tablita cambiaria a Martínez de Hoz, los
que consideran que los déficits fiscales estimulan la economía, los que
patrocinan el clientelismo en los nombramientos del Estado, olvidándose de la
meritocracia. Son los que olvidan que el sistema de precios libres en una
economía solamente tiene efectos sinérgicos y y extraordinariamente benéficos
para el desarrollo, si están acompañados de tipo de cambio real alto y fijo
permanentemente, para así promover la exportación, acompañado de superávit
fiscal y tasas de interés internas bajas para fomentar la inversión
productiva.
Algunos insisten una y otra vez en tomar el ejemplo al
Uruguay, país donde el peso uruguayo circula en competencia con el dólar. Pero se
olvidan que Uruguay, además, implementó el sistema monetario a la chilena,
donde dominan los depósitos bancarios a plazo fijo en pesos uruguayos que están
indexados, y se permite también la indexación de los préstamos en pesos, con lo
cual, a los habitantes de ese país no les conviene tener depósitos bancarios a
plazo fijo en dólares, porque esta moneda sufre una inflación promedio del 5 o 6%
anual. En los últimos 4 años, la inflación en dólares en los Estados Unidos fue
del 20%. O sea que el dólar es una opción de ahorro claramente inferior a los
depósitos a plazo fijo en pesos indexados, porque además los plazos fijos
indexados en pesos uruguayos generan un interés real. En otras palabras, en
Uruguay el dólar es una moneda inferior, y en consecuencia el “bi-monetarismo”,
o sea la permisividad al dólar es irrelevante. Lo mismo ocurre en Méjico. Por lo demás, la macroeconomía uruguaya no es
un modelo a copiar debido a la fuerte sobrevaluación cambiaria de ese país, el
que sobrevive gracias a la calamitosa política macroeconómica de su república
vecina: la Argentina
Como sostuvimos antes, las soluciones contra las
crisis financieras y bancarias se logra adoptando un sistema monetario y
financiero como el chileno y superávit fiscal. Además, como el dólar mismo
sufre de una inflación anual del 3% o el 4%, o más, el sistema que proponemos
permite al ahorrista argentino ganar más dinero quedándose en pesos indexados
(DA) que, comprando dólares, lo cual hace conveniente mantener el ahorro
nacional dentro del país en pesos, para poder financiar las cuantiosas
inversiones que demanda nuestro desarrollo.
La indexación de los depósitos y del tipo de cambio
debe acompañarse con la derogación completa de la ley 23928 de Convertibilidad
y su derogatoria de 2002, que mantienen todavía una absurda prohibición para la
indexación, de orden público, nada menos. En cuanto a las tarifas de servicios
públicos y los precios de combustibles, que están muy atrasados, deberían
indexarse con el IPC mas un 3% mensual hasta alcanzar su nivel correcto.
Reiteramos que las medidas que proponemos importan
seguir con el peso argentino para los pagos corrientes, pero la creación de una
especie de nueva moneda argentina derivada del peso y de valor constante, que
denominamos UCE, Unidad de Cuenta Estable, o tal vez mejor, de acuerdo a los
tiempos actuales DA. El DA propuesto, insistimos para que se entienda bien, es
similar a la ya probada y exitosa UF chilena, vigente en el país trasandino por
más de 30 años. El DA no es más que el mismo peso argentino pero indexado
cuando se trata de obligaciones a más de tres meses de plazo. Insistimos para
que quede absolutamente claro, el economista estadounidense Premio Nobel de
Economía, Robert Schiller, después de un detallado estudio en Chile, consideró
que ese país tiene el mejor sistema monetario del mundo. Este sistema monetario, al proteger a los
ahorristas impide que el gobierno cobre el llamado “impuesto inflacionario”, es
decir, le impide financiarse emitiendo dinero. Y lo obliga a tener sus cuentas
en orden, por lo cual, en una gradualidad de alrededor de 3 o 4 años, la
inflación se elimina casi completamente
Bancarización de la economía
Otra medida debiera ser la bancarización de la
economía nacional por ley del Congreso, estableciendo en el Código Civil y
Comercial que todos los pagos superiores a 100 mil pesos deben hacerse por vía
bancaria, bajo pena de nulidad y también la derogación de la ley del impuesto
al cheque. Habría que complementarla una rebaja del IVA del 10% a todas las
compras que se efectúen con tarjeta de débito o crédito, o medios electrónicos.
Esta bancarización, permitiría aumentar la recaudación fiscal porque eliminaría
la economía en negro, que luego de blanqueada, representaría el 40% de la
economía nacional, y, como contrapartida, permitiría reducir las cargas
fiscales agobiantes que sufrimos todos los ciudadanos argentinos, excepto los
evasores. De esta forma, se combatiría fuertemente a la evasión impositiva, que
en nuestro país reiteramos, alcanza al 40%.
La reducción de la evasión impositiva por la vía de la indexación de los
balances de las empresas permitiría reducir el impuesto a las ganancias de los
negocios, que hoy en la Argentina es uno de los más altos del mundo. La rebaja
del impuesto a las ganancias en términos reales de las empresas daría un fuerte
impulso a la inversión privada. En los últimos 12 años la tasa de inversión
bruta interna de la Argentina es la más baja de América Latina y no llega a un
preocupante 15%.
Eliminación de las Lelics y
prohibición de adelantos del Banco Central al Gobierno[5]
Dentro de la política monetaria y fiscal catastrófica
de los últimos años se incluyen las llamadas “Lelics”. Este esquema
permite al Gobierno nacional incurrir en fuertes déficits fiscales y emitir grandes
cantidades de dinero para financiar sus gastos y el déficit fiscal
consiguiente. Luego, para evitar la hiperinflación que su propio desborde de
emisión monetaria genera, el Estado creó el engendro de las Lelics que
son títulos que compran los bancos para retirar el exceso de moneda creado por
el mismo gobierno vía Banco Central y que son parte del activo en sus balances.
De esta manera, los bancos, en lugar de financiar la producción industrial,
agrícola y de servicios con los depósitos bancarios del público, financian
absurdamente al propio gobierno, retirando la emisión espuria previa y cobrando
un jugoso interés para ello. Esta corruptela debe eliminarse con un decreto de
necesidad y urgencia que convierta a las Lelics en capital de los
bancos con obligación de no comprar divisas, sino tenerlo como respaldo a los
depósitos y para prestarlo indexados a las empresas privadas productivas para
la inversión, la creación de empleo privado productivo y en préstamos hipotecarios
a muy largo plazo y bajas tasas de interés reales para la construcción de
viviendas. Al mismo tiempo debe volverse al viejo mecanismo de la suba o baja
de los encajes bancarios tradicionales por parte del Banco Central para regular
de la cantidad de dinero en circulación. Por otra parte, la indexación de la
economía, impedirá al gobierno ganar con la emisión y el señoreaje monetario.
En 3 años se eliminará gradualmente la inflación. Así ocurrió en Chile a partir
de 1982.
Indexación de los salarios con el IPC
Otra medida que debería tomarse sería la actualización
trimestral de los salarios en forma automática con el IPC a convenir en
convenios colectivos de trabajo trianuales, indexación sujeta previamente a la
estipulación de “cláusulas de productividad”, a establecer en los mismos
convenios de trabajo. Es decir, proponemos generalización de la famosa
“clausula gatillo” como desean los trabajadores y como ocurre en los convenios
colectivos en los Estados Unidos, desde la época del presidente Ronald Reagan en
el decenio de 1980. El punto de partida de la indexación salarial debería ser
el promedio de los salarios reales de cada gremio en el 2019-2023.
Repatriación de capitales
Otra importante medida, consistente en un todo con las
anteriores, sería la sanción de una ley muy generosa con incentivos para la
repatriación gradual de los capitales que por más de 400 mil millones de
dólares los argentinos tienen en el exterior, o en sus cajas fuertes, medida
que ayudaría también a disipar definitivamente la nube negra del default que se
cierne sobre la economía nacional para 2024. Esta repatriación estaría
triplemente incentivada por el tipo de cambio recontra-alto, por la indexación
de los depósitos a plazo fijo y un blanqueo impositivo, previo pago del 1%,
excluyendo obviamente a los capitales fugados de la corrupción y del
narcotráfico. Esta repatriación
permitirá arreglar el problema de la deuda externa, terminar con el
endeudamiento externo del Estado y de su contrapartida de compra de dólares y
envío al exterior por parte del público argentino. No es pura casualidad que el
monto de la deuda externa del Estado Argentino sea el equivalente exacto de la
fuga de capitales por parte del sector privado.
Debemos aclarar, para desmentir a los críticos
kirchneristas, que el endeudamiento externo normalmente no se hace “para”
fugar capitales como ellos acusan al gobierno de Macri, sino para cubrir el
déficit fiscal. Lo que ocurre, sin embargo, es que cuando el gobierno ofrece en
el mercado los dólares que obtuvo a través del endeudamiento, precisamente,
para hacerse de pesos para cubrir su déficit fiscal, la oferta de dólares del
gobierno hace bajar el valor del dólar en el mercado de cambios, “libre y
fluctuante”, y el sector privado, que no es tonto, al ver que el dólar se
ofrece más barato, lo compra y lo fuga.
La ley de repatriación que proponemos, en sintonía con el sistema
monetario del DA, repetimos, debería ser generosa y estar condicionada a que
los que traigan su capital, depositen su dinero en plazos fijos indexados en DA
en los bancos del país, o compren acciones de empresas que coticen en las
bolsas del país y mantengan esas inversiones en cartera por un mínimo de tres
años, con el pago por una sola vez del 1% como impuesto de blanqueo. El
blanqueo debe efectuarse con exclusión de los dineros de la corrupción y del
narcotráfico, los que, por el contrario, deberían ser decomisados
Arreglo de la deuda externa
Las medidas anteriores son consistentes con arreglo de
los problemas de la deuda externa que enfrenta el país, incluso la contratada
con el FMI. Precisamente el arreglo del problema de la deuda externa, que hoy
aflige a nuestro país, sería otra gran medida, ahora muy fácil de implementar
con gran beneplácito del FMI y la comunidad financiera internacional.
Los acreedores y el Fondo Monetario piden a gritos que
previamente el gobierno presente un Plan Económico fundado en un tipo de cambio
competitivo para las exportaciones. Quieren saber en qué dirección va ir la
Argentina, país que hace más de 70 años, registra una decadencia casi
constante, con la excepción del período 1956-72. El propio FMI, aprobaría vivamente este plan
económico porque le permitiría recobrar el préstamo de 44 mil millones de
dólares que otorgó al gobierno de Macri y que renegoció muy a su pesar varias
veces con el kirchnerismo.
Este programa económico, por su seriedad científica,
daría autoridad moral al gobierno en el momento del execuátur del art. 517
inciso 4 del Código de Procedimientos en lo Civil y Comercial de la Nación
Argentina, para denunciar y rechazar la maniobra delictuosa de los Eskenazi,
socios del kirchnerismo, quienes pretenden cobrar y estafar en 16 mil millones
de dólares al pueblo argentino, por la vía de un juicio írrito, fraudulento,
inconstitucional, violatorio del artículo 116 de la Constitución Argentina y el
derecho internacional, incoado en el Juzgado Federal Sur de Nueva York que está
a cargo de la jueza “pro buitres”
Loretta Preska, sucesora del juez también “pro buitres” Thomas Griesa,
fallecido en 2017.
Supresión del impuesto a los
ingresos brutos. Ley nacional marco. Impuesto al valor venal de la tierra libre
de mejoras computable a cuenta de ganancias
Otra medida que proponemos es la implementación a
nivel provincial y de la CABA del impuesto al valor venal de la tierra libre de
mejoras, en sustitución del impuesto provincial a los ingresos brutos[6].
Este impuesto al valor venal a la tierra libre de mejoras, como si estuviera
pelada, debería estar precedido por una ley marco nacional que permita computar
el pago del impuesto provincial a la tierra -que es un impuesto muy progresista
y estimula la producción y desestimula la propiedad de tierras incultas- como
pago a cuenta del impuesto nacional a las ganancias. El contribuyente que paga
el impuesto a las ganancias correctamente considerará que el impuesto al valor
venal de la tierra libre mejoras es no es para nada gravoso. Por el contrario,
lo pagará con gusto en lugar del impuesto a las ganancias. Pero el propietario terrateniente haragán,
que especula con la valorización, y no trabaja su tierra, protestaría con todas
sus fuerzas contra el impuesto al valor venal de la tierra libre de mejoras,
dado que no lo podría descargar como pago a cuenta de ganancias, ni tampoco
podría evadirlo. Esta propuesta
impositiva permitiría aumentar los salarios reales en un 12%, al eliminarse el
impuesto a los ingresos brutos, que es regresivo, no solamente porque se
traslada a los precios, sino porque lo hace en forma acumulativa, en cascada,
en cada etapa del proceso productivo, y afecta más a los que menos tienen.
Lo lamentable es que el nuevo gobierno asumido el 10
de diciembre del 2019 autorizó a las provincias a aumentar el impuesto a los
ingresos brutos, lo cual significa rebajar los salarios reales, como explicamos
antes. Obviamente, esa fue una política de intención populista, pero en verdad
ultra-regresiva. Además, al aumentar el impuesto a los ingresos brutos, se
desalentaron las exportaciones, puesto que, no solamente el impuesto a los
ingresos brutos obliga a subir los precios, sino que, además, este impuesto no
es reintegrable a los exportadores.
En otras palabras, a la inversa, la eliminación del
impuesto a los ingresos brutos y su sustitución por el impuesto al valor venal
de la tierra libre de mejoras incentiva a la producción agropecuaria, la industria
de la construcción y la creación de empleos. Estimula también a las
exportaciones y a mejorar los salarios reales.
Además, y no menos importante, permitiría modificar, desbloquear y
mejorar, indirectamente, al pésimo sistema de coparticipación “pétreo
e inmodificable” establecido en la Constitución de 1994
La Red Federal de Autopistas
El abundante financiamiento que posibilita este plan
económico permitiría la materialización en pocos años de un gran proyecto de
infraestructura[7]
que reduciría grandemente los costos de transporte, tanto el puramente interno
como el dirigido a la exportación, en el orden del 30% de nuestro país. Se
trata de la red federal de autopistas, que ya tiene un proyecto de ley en el
Congreso que duerme el sueño de los justos. La red en cuestión permitiría,
además, reducir accidentes por choques frontales que, por año, provocan más de
6000 muertes en nuestro país. La
inversión en autopistas unificaría el país, y favorecería las economías
regionales. Sería vital para nuestro desarrollo y para la exportación. Ante la
ineptitud de los gobiernos nacionales argentinos de los últimos 50 años, se ha
ido levantando la gran red de ferrocarriles que nos unía, y se ha fomentado la
desintegración nacional: ya hay provincias como Mendoza, donde se habla de
secesión. En Estados Unidos se ha
considerado que la red federal de autopistas construida en 1956-60, contra la
opinión de economistas miopes, fue la mejor inversión económica del gobierno
federal de ese país en 200 años
Puerto de aguas profundas
Otra medida posibilitada por las nuevas fuentes de
financiamiento que generaría este plan económico debiera ser la construcción de
un puerto de aguas
profundas[8]
(PAP) en el litoral marítimo de la provincia de Buenos Aires[ii].
El actual puerto de la ciudad de Buenos Aires es un puerto meramente fluvial de
9 metros de calado. En efecto, con la profundización reciente de los canales de
Panamá y Suez para buques de 16 metros calado, el puerto de la ciudad de Buenos
Aires es antieconómico, no permite el acceso a buques de gran calado, que hoy
abaratan considerablemente el comercio internacional, debido al uso de
“economías de escala”. Operativamente es el puerto más caro del mundo, e impide
una política de fuerte apertura de la economía nacional al comercio exterior,
como la que proponemos. El PAP permitiría ahorrar miles de millones de dólares
que se gastan hoy inútilmente con el dragado y balizamiento de los ríos Paraná
y el de la Plata. Pero, además, los puertos de Rosario, San Lorenzo y Timbúes,
así como el de la ciudad de Buenos Aires podrán usarse más eficientemente
mediante el uso de barcazas chatas de 6 metros de calado que alimentarían al
puerto de aguas profundas, situado en algún lugar de la costa marítima de la
provincia de Buenos Aires a determinar.
Los efectos geopolíticos favorables a la Argentina sobre la Cuenca del
Plata serían enormes, ya que permitiría a nuestro país ser el gran facilitador
del comercio exterior de Bolivia, Paraguay, Sur de Brasil, Uruguay, e incluso
de Chile. Pero, además, permitiría a la
Argentina eliminar el peaje por el dragado y balizamiento de la hidrovía, peaje
que genera enojosos conflictos como el actual con Paraguay y con los países de
la Cuenca del Plata
Supresión de los aportes
patronales, expandir el seguro de desempleo y supresión las indemnizaciones por
despido para los nuevos contratos de trabajo
Otras medidas están relacionadas con mejoramientos
adicionales de la participación del trabajo en el ingreso nacional. El fuerte
crecimiento económico que se generaría con la aplicación de las medidas antes
enunciadas impulsaría un gran aumento en la demanda de trabajo, la cual sería
reforzada más aún porque los empresarios calculan el salario en dólares, que
sería menor, por el efecto del tipo de cambio elevado. Este fuerte aumento de
la demanda de trabajo
debe ser reforzado todavía más por medio de supresión del aporte patronal sobre
los salarios que hoy se usa para financiar las jubilaciones y su sustitución
con un aumento de la tasa del IVA, impuesto que se devuelve a los exportadores.
Además, se debería reforzar considerablemente y universalizar el seguro de
desempleo, como el que existe en Estados Unidos, o el que se aplica en la
industria de la construcción en nuestro país, el que debería sustituir a las
indemnizaciones por despido para los futuros empleados, porque el
sistema de las indemnizaciones por despido es hoy un freno a la contratación de
nuevo personal y al logro del pleno empleo, especialmente por medio de las
Pymes. Esas indemnizaciones son contraproducentes para la clase trabajadora en
su conjunto.
El impacto del alto tipo de cambio real en la demanda
de trabajo privado es clave, no solamente porque es necesario transferir el
enorme exceso de empleo público improductivo al sector privado, sino también
porque los empresarios privados calculan el costo salarial en salarial en
dólares, sino porque el importante efecto multiplicador sobre el PBI, generado
por el crecimiento de las exportaciones. Cabe al respecto reiterar hasta el
cansancio que a los trabajadores no les interesa el salario en dólares, sino el
salario real dividido por el índice de precios al consumidor. Los trabajadores
consumen principalmente bienes no transables internacionalmente. Este salario
real será alto por el fuerte incremento de la demanda de trabajo inducida por
el crecimiento económico y la supresión de los aportes patronales. Pero también
mediante la indexación del salario con el IPC y su pago en DA en las
convenciones colectivas de trabajo negociadas por tres años, como se propuso
antes.
Fomentar el entrenamiento de la
fuerza laboral en las mismas empresas privadas, cuyo su costo debiera ser
computable como pago a cuenta del impuesto a las ganancias de las empresas
Quizá la medida más acertada del gobierno de del
General Perón en 1946 haya sido el fomento de creación de escuelas técnicas en
las mismas empresas usuarias de los trabajadores que necesiten entrenarse. Ese
apoyo es esencial para el desempeño en sus tareas. En la Argentina ya hay tres
generaciones de personas que viven de subsidios, y no conocen el trabajo.
Abuelos, hijos y nietos. Y representan el 40% de la fuerza de trabajo. Dentro
de ellos hay un excedente de 2 millones de empleados públicos improductivos y
clientelares que es imprescindible reabsorber en el sector privado. El costo
del entrenamiento debiera ser computable como pago a cuenta del impuesto a las
ganancias, para compensar por las deseconomías externas de las empresas que
toman y entrenan trabajadores sin preparación y contribuir así también,
indirectamente, a flexibilizar inteligentemente la coparticipación federal
congelada, por la Constitución menemista de 1994
Epilogo
Cabe destacar que el impacto favorable y esencial del
tipo de cambio alto en el inicio del proceso de desarrollo económico no se
enseña en las universidades estadounidenses, porque si todos los países
devaluaran su moneda, ninguno la devaluaría en términos reales por una
imposibilidad lógica y matemática. Por eso, la devaluación en términos reales
solamente ha sido ensayada selectivamente por algunos pocos países con
importancia estratégica para Estados Unidos, país que conduce entre bambalinas
al FMI, y por ende los tipos de cambio reales entre las naciones, aunque China
continental y la Unión Europea tiendan hoy a desafiar esa supremacía. El próximo gobierno argentino debiera
despertar y seguir la fórmula exitosa desarrollista que ahora proponemos. Se
trata de la misma que aplicaron en la posguerra Japón, Alemania occidental,
Corea del Sur, Taiwán, Brasil, Chile y otros países mimados por Estados Unidos
en aquellos tiempos de guerra fría: tipo de cambio real alto, apertura de la
economía, superávit fiscal y tasas de interés reales bajas, todo ello con
meritocracia en la administración pública. Esa meritocracia requiere de
maestros, médicos y fuerzas armadas y de seguridad bien pagos, lo cual implica
reducir previamente gasto en el empleo público meramente clientelar que hoy
prevalece en nuestra administración pública. Es la misma receta que estuvieron
aplicando los chinos continentales desde 1980, teóricamente comunistas, pero practicantes del más
inteligente capitalismo desarrollista.
Es evidente que el tipo de cambio devaluado licúa el
déficit fiscal en dólares como porcentaje del PBI y lo torna financiable con
los derechos de exportación e importación. Es evidente también que el tipo de
cambio competitivo achica el peso relativo del Estado en el PBI y repotencia el
peso relativo de los sectores productivos de bienes y servicios transables
internacionalmente en el mismo PBI, posibilitando de esta manera el traspaso de
la mano de obra sobrante de los sectores estatales ineficientes a los sectores
privados más eficientes.
Reiteramos, la Argentina debe obtener los dólares que
necesita por la vía de las exportaciones y por la repatriación de sus capitales
fugados y no por la vía de la deuda externa. Ello requiere una política de
largo plazo de un tipo de cambio muy alto y también indexado. Si el tipo de cambio es muy alto, como en
2003, los derechos de exportación del 20% a los bienes primarios de demanda
mundial inelástica, se justifican plenamente y no son dolorosos. Además, así se favorece la exportación de
bienes con mayor elaboración y la creación de una industria de exportación
eficiente. Las políticas correctas se adoptan al inicio del gobierno cuando el
gobernante genera una gran esperanza, tiene gran prestigio y fuerza. De ahí la
necesidad del “shock” inicial. O quizá el país caiga en un abismo de
desintegración por falta de visión y estrategia desarrollista liberal de sus
políticos. Las instituciones
económicas de un país son como los metales, que solo son maleables a altas
temperaturas que los derriten, como las que la Argentina ya está experimentando
en 2023. La oportunidad existe, falta saber si los gobernantes electos
en octubre o noviembre de 2023 tienen preparadas los nuevos proyectos de ley
sobre qué hacer con la economía política en nuestro país.
(Al respecto, no es necesario perder tiempo, pues ya
existen proyectos concretos que solo necesitan solamente retoques de
actualización, proyectos de ley que
pueden consultarse en el Libro Azul “Proyectos de Ley” de 544 páginas,
publicado oficial y espontáneamente por el Congreso de la Nación en 2017 en reconocimiento a
los proyectos de ley presentados en 2016-17 por el entonces diputado nacional
Eduardo Conesa).
[1] Gerchunoff y Rapetti, La economía argentina y su conflicto
distributivo estructural, El Trimestre Económico, vol lxxxiii (2)
num330,abril-junio de 2016p.225-272
[2] Al respecto ver
Diputado Eduardo Conesa, proyecto de ley presentado al Congreso
el 18-4-2016 sobre MODERNIZACIÓN EFICIENCIA Y
TRANSPARENCIA DEL ESTADO.1743-D-2016
- Legislación del Trabajo
Peticiones, Poderes y Reglamento, Presupuestoy Hacienda - 18/04/16.
[3] Conesa Eduardo,
Macroeconomía y Política Macroeconómica Editorial La Ley, séptima edición,
2019. Pag.. 706 y siguientes. También en OBLIGACIONES MONETARIAS CREACIÓN DE
LA UNIDAD DE CUENTA ESTABLE Y REACTIVACIÓN DE LA ECONOMÍA. Libro publicado por
el Congreso.con 27 proyectos de ley presentados por eldiputado Eduardo Conesa 1513-D-2016 - Legislación General
Finanzas, Presupuesto y Hacienda 11/04/16
[4] Ver al respect, Paul Krugman, “Peddling
Prosperity”, Norton, New York, 1994, pag. 82
[5] Diputado Eduardo Conesa proyectos de ley para la DEROGACIÓN DE AUTORIZACIÓN
AL BCRA
PARA EMITIR LEBACS. 3638-D-2017
- Finanzas - 05/07/ y para
la ELIMINACIÓN DE LA
AUTORIZACIÓN
DE ADELANTOSTRANSITORIOS AL GOBIERNO POR PARTE DEL BCRA.
3637-D-2017 - Finanzas - Presupuesto y Hacienda - 13/07/17.Libro Azul
editado por el Congreso de la Nacion 2017
[6] Ver por ejemplo
Conesa Eduardo, Macroeconomía y Política Macroeconómica, Editorial La Ley,
capitulo 61, pag. 895. También Libro Azul publicado por el Congreso con el proyecto de Ley del diputado Conesa de aumento
de la productividad de la economía mediante reformas impositivas de orden
nacional y provincial. derogación de ingresos brutos. creación de impuesto a la
tierra libre demejoras computable como pago a cuenta de ganancias.4169-d-2017 -
presupuesto y hacienda - 03/08/17
[7] Diputado Eduardo
Conesa Proyecto de ley: RED FEDERAL DE AUTOPISTAS.
2822-D-2016 - TransportesSeguridad Interior,
Legislación Penal, Presupuesto y Hacienda - 18/05/16.
[8] Diputado Eduardo
Conesa, Proyecto de Ley: LEY DE PUERTO DE AGUAS PROFUNDAS
- INTERESES MARÍTIMOS, FLUVIALES,
PESQUEROS Y PORTUARIOS. OBRAS PÚBLICAS.
Asuntos Constitucionales y
Presupuesto y Hacienda - 5158-D-2017 - 26/08/17.
Ver tambien Conesa Eduardo
“Propuestas superadoras para el desarrollo economico” Prosa Editores, Pag.. 389
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